miércoles, 18 de febrero de 2009

La Estrella de David.

Bitacora de Alena Collar

Es preocupante- al menos a mí me preocupa- que el conflicto israelí/palestino esté atizando el racismo antijudío poniendo de pantalla la agresión de Israel a Palestina.

Es preocupante en una Europa en la que Francia acaba de reconocer, y pedir disculpas por ello, su permisividad antijudía en la Segunda Guerra Mundial, y en la que Italia está adquiriendo todas las papeletas de la rifa para ser calificada de imitadora del fascio de Mussolini.

Pero lo más preocupante es que se confundan los términos y se globalice y se generalice alegremente profiriendo sentencias hacia “lo judío”, asimilando la palabra a Israel. Porque sucede que “lo judío” es mucho más que Israel. Israel es un país, y ser judío es pertenecer a una raza. Igual que los gitanos no son húngaros, aunque procedan en su gran mayoría de allí, sino que pueden ser de Cáceres, para entendernos.

Digo ésto, porque con el pretexto bajo el brazo, se están produciendo hecho que me parecen igual de denunciables que los que aquí he denunciado de la agresión a Palestina.

Hechos como por ejemplo que a Shahar Peer no la dejan ir al Torneo de Tenis de Dubai porque es israelí, y por tanto judía. Shahar Peer es tenista y que sepamos no ha matado a ni un solo palestino en su vida. Es más, probablemente y conociendo el mundo del tenis, Shahar Peer viva en un ambiente completamente alejado del conflicto.

Pero es judía. Y es Dubai los dirigentes han decidido que no vaya a competir porque ellos no quieren que una tenista que no ha pegado un tiro en su vida juegue un partido de tenis; vaya a ser que aproveche y lance un par de misiles en vez de hacer una volea como dios ( Yaveh, claro) manda.

En una europeizadísima y civilizadísima -dicen- ciudad como Barcelona, hace unos días, unas bestias sin puñetera idea de lo que quiere decir la palabra Paz, arrasaron una sinagoga con el pretexto de defender “la causa palestina”. Como cuenta un enlace que hay en este blog, al que pueden ir ustedes, “rojos y judíos”; maldito si tenía que ver el ciudadano catalán y barcelonés que fuera a rezar a la sinagoga; salvo que, naturalmente, aunque hubiera nacido en el Paseo de Gracia era un “cabrón judío o sea de Israel”. Lugar que lo mismo no ha visto, ni piensa ver en su vida.

Estos hechos, que, aparentemente son aislados pueden unirse con otros hechos- también aparentemente aislados- sucedidos en Italia (leyes de extranjería, restricciones para emigrantes, calificación por ley de grupos atendiendo a su raza…).

Y bien, sí, quizá sean aislados, pero dan que pensar. Dan que pensar que un conflicto sangrante, doloroso e injusto, y que no ha acabado ni mucho menos aunque haya una especie de orden de mantenerlo en las noticias diarias como de “perfil bajo”, porque “ya no es noticia” el muro en Palestina, sea la excusa, el pretexto, y el estímulo para regresar como en el túnel del tiempo a la catalogación y asimilación de “lo judío”, olvidando que de quien se habla es del gobierno de Israel, ni siquiera necesariamente de una gran parte del pueblo de Israel, que, aunque no se lea en las noticias oficiales, europeísimas y civilizadísimas, en un tanto por ciento muy elevado también denosta esta situación y las agresiones de su propio gobierno; a veces con peligro de cárcel cuando se manifiesta en contra. Pueden a este respecto leer ustedes por ejemplo noticias habituales en este sentido en el semanario Rebelión. Olvidando decía y repito que en Cáceres pueden existir judíos que son tan españoles como yo, que jamás han estado ni piensan en Israel y que les están catalogando nuevamente como merecedores de llevar un número grabado en el brazo, o la Estrella de David en la manga de la chaqueta.

Esa Estrella de David que, al contrario que el gobierno de Israel, jamás fue una deshonra para el pueblo judío.