José Javaloyes
La presencia en Madrid de Mahmud Abbas, presidente de la residual Autoridad Nacional Palestina -residual por reducida a Cisjordania, tras ser expulsada de la franja de Gaza por las fuerzas de Hamas después de las elecciones en enero del 2006-, para reunirse con el presidente Rodríguez y entrevistarse con el Rey, coincide con tres disparos de cohetes Katyusha sobre una localidad de Galilea, ocasionando dos heridos, al impactar uno de ellos contra una residencia de ancianos. La andanada ha tenido su réplica en otra de la artillería israelí, dirigida al espacio desde el cual se habían disparado los cohetes.
El suceso, militarmente estimado como un hecho puntual y previsto, sobreviene dentro de un contexto de alerta por parte de Israel, cuya aviación patrulla con intensidad manifiesta la zona desde el pasado 27 de diciembre último, fecha en que comenzó la guerra contra Hamas en la franja de Gaza, por causa de los cohetes y proyectiles de mortero disparados desde allí contra el sur de Israel.
Tan islamistas proiraníes son los "jamasíes" de Palestina como los "hezbolíes" de Líbano, formando entre ambos la pinza persa sobre Israel, al que unos y otros bombardean por delegación; es decir, en tanto que combatientes por interposición. Técnicamente, sin embargo, se estima que los disparos de esta mañana no proceden de Hezbollah, sino de alguna de las especies asociadas dentro de la fauna terrorista del yihadismo exportado por Irán.
Con todo, y a la vista de la escala en Madrid del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, los cohetes disparados contra Galilea desde el sur del Líbano -más allá de los arrastres que puedan tener militar y políticamente- aportan una información tan oportuna como relevante para enmarcar la visita de Abbas con el presidente del Gobierno español, sabido cual es su punto de vista sobre el último conflicto militar en Oriente Próximo.
Un punto de vista, predefinido por su ministro de Asuntos Exteriores, como análisis cuantitativo del problema, al reducirlo a términos de proporcionalidad -como excesiva respuesta judía- en vez de hacerlo desde estimaciones cualitativas sobre la genuina naturaleza del conflicto. Pues de lo que en verdad se trata, tal como digo, es de una guerra con Irán por combatientes interpuestos.
Eso lo sabe perfectamente el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, que negociaba con Israel en nombre de todos los palestinos, mientras que los palestinos de Hamas no reconocen a Israel, como hace el propio Irán, en cuyo nombre hacen la guerra escudándose con la entera población de Gaza.
ZP no puede ver eso por la muy simple razón de que tiene puesta, sobre los ojos, la peregrina teoría de la Alianza de Civilizaciones. Tan bienquista y oportuna para la República Islámica de Irán como explosivamente contradictoria con su entusiasta obamamanía. Lo comprobaremos a partir del próximo día 20.